no hay nada más reparador, en todos los sentidos, que estar en casa de madre. la permanencia de digamos, más de doce horas, la vuelve completamente propia y la conclusión es que, por eso de ceder un poco, ni en nuestra propia casa las cosas se hacen tan a nuestro gusto.
y está superabastecida y brillante, los sábados permiten horas de mate larguísimo y los domingos desayuno con diario...
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