viernes, 25 de enero de 2008

tira, tira, hasta que al final...

sí. esta mañana sabía que era un día y un atuendo para las sandalias del pie descalzo (una tira finita que llega hasta arriba del hueso del pie y remata con una pulserita). me senté y las miré fijo, porque también estaba segura que había llegado el momento y en la próxima puesta se iban a romper. porque ya me pasó básicamente. Por lo menos tres veces en mi vida ojotas de diversa índole, precio y color me han dejado renga a mitad de la calle, y me recuerdan inevitablemente a una persona caminando con una cadera mala. Estas inlclusive ya me lo habían hecho y, paso por el zapatero mediante, duraron casi una temporada más. pero hoy lo sabía e igual me la jugué. amagué a salir y volví. Y cuando en Libetador y Olazábal ante la mirada divertida de unos albañiles sentí el tirón final, supe que nunca iba a estar tan socarronamente aliviada como sacando mi par de repuesto de la mochila.

No hay comentarios: